Ahora bien, me pregunto ¿será posible que un mero aparato tecnológico nos pueda proteger contra los que atentan a nuestra integridad física? Analicemos:
La necesidad de estar seguros es constante, de eso no hay dudas. Las noticias cada vez más están repletas de noticias que afectan a la seguridad del individuo y que nos hacen entrar en una situación de pánico que nada lo controla.
Los sistemas que prevén, o que deberían prever el cuidado de la sociedad, y en particular del individuo, parecen haber entrado en crisis. Ya nada es seguro, ya nada te acredita protección, ya nada sirve.
Es que también los sitios de reclutamiento o reformatorios de conducta, entiéndase a la prisión, no dan la necesaria educación a sus súbditos como para derivar en un cambio actitudinal y en consecuencia esto tenga relación con una mayor seguridad en las calles, o sea que los que cometen ilícitos y luego son llevados a una prisión reciban adecuadamente un “cambio de hábito” y que luego al salir a la libertad tan ansiada por cualquier persona jurídica mantengan un orden en la vía pública.
Y aquí entra en escena…una aparente e ilusoria solución aflora en la esfera político-social de esta ciudad capitalina: la implementación de cámaras de seguridad en la vía pública para de esta forma lograr un mayor control de lo que sucede en las calles. El proyecto surge de una iniciativa de hace dos años atrás por parte de la Fundación Padres Unidos, a fin de evitar hechos de violencia entre jóvenes en la vía pública, y fue aprobado hace más de un mes en el Consejo Deliberante. El proyecto, que hoy ya es cuestión de instalar las cámaras, principalmente dentro del microcentro posadeño y en algunas zonas periféricas y estratégicas de la ciudad.
La idea es “garantizar la seguridad a través de un mayor control”. Al haber cámaras de seguridad en distintos puntos nos va a permitir tener una sensación de seguridad, de que nada nos va a pasar porque existen las cámaras que todo lo registran. Va a permitir que haya una disminución en los actos vandálicos o ilícitos en la vía pública, también ayudará a resolver casos judiciales gracias a las grabaciones, es el argumento oficial.
Esta ordenanza municipal si la comparamos con el panóptico de Bentham, citado en el libro de Michel Foucault Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión es un método similar de poder. “El panóptico es una construcción que en la periferia tiene forma de anillo y en el centro una torre, ésta, con anchas ventanas que se abren en la cara interior del anillo, que esta dividida en celdas. Este dispositivo permite ver sin cesar y reconocer al punto” (pág.203). Aquí el poder, el de vigilar, es inverificable. El observado ve la torre y sabe que puede ser observado pero no sabe si en ese momento se lo está mirando; está en una incertidumbre constante. “El panóptico es una máquina de disociar la pareja ver-ser visto: en el anillo periférico, se es totalmente visto, si ver jamás; en la torre central, se ve todo, sin ser jamás visto (...) hay una maquinaria que garantiza la asimetría, el desequilibrio, la diferencia (...) cuanto más numerosos son esos observadores anónimos y pasajeros, más aumentan para el detenido el peligro de ser sorprendido y la conciencia inquieta de ser observado”(pág. 205).
Si esto lo trasladamos al ámbito público de Posadas la semejanza de ambos modelos se deja develar a simple vista. El que está detrás de las cámaras de seguridad puede tener acceso a todo lo que ocurre en la ciudad dentro de lo que el ángulo de visión de la cámara lo permite; en cambio el ciudadano que transita por la vía pública no puede ver lo que se ve, no sabe quién ni cuándo lo están mirando. Aquí se produce ya una asimetría, el primer haz de poder que se ejerce de los unos a los otros, y que hace crecer la buena conducta mientras se está a la vista del observador, del ojo que todo lo ve, que te sigue a todas partes, del ojo del Gran Hermano de George Orwell que lo crea en su novela 1984 cuando describe la situación social y política que se vivía en Inglaterra y que todos todo el tiempo son vigilados por el Gran Hermano, que a su vez éste suple a todo personaje político: él es el comandante en jefe, el guardián de la sociedad, el dios pagano y el juez supremo. Él es la encarnación de los ideales del Partido, el Partido ubicuo, único y todopoderoso que vigila sin descanso todas las actividades cotidianas de la población, al punto que inclusive en las calles y casas hay dispositivos de vigilancia para conocer todos los actos de cada individuo.
Foucault agrega que “el dispositivo panóptico no es simplemente un punto de unión, un cambiador entre un mecanismo de poder y una función; es una manera de hacer funcionar unas relaciones de poder en una función, y una función por esas relaciones de poder. El panoptismo es capaz de reformar la moral, preservar la salud, revigorizar la industria, difundir la instrucción, aliviar las cargas públicas, establece la economía como sobre una roca” (pág. 210).
La realidad es tal cual la describe Foucault mediante el panóptico. Las cámaras de seguridad son un dispositivo de control que se usan en función de ciertos intereses. O sino ¿Por qué una zona sí y otra no? ¿Qué nos asegura que la delincuencia disminuya en la vía pública? ¿Estamos depositando la solución a la inseguridad en unos aparatos tecnológicos?
Esta idea de mayor visibilidad no garantiza nada, el poder cree que se puede ver todo cuando en realidad son conscientes de que eso no es posible, pero el poder todo lo hace creer y los medios de comunicación son sus ayudantes al tecnologizar el espacio público reconfigurándolo y deformándolo con lo que pasa en las calles. Pero la creencia de la visibilidad total y de una transparencia social es solo un mito, una creencia, una ilusión que esta muy lejos de ser concebida.
Por otro lado, qué garantía de seguridad nos puede dar una simple cámara de seguridad cuando tenemos un sistema de justicia que no siempre realiza justicia teniendo todas las pruebas, dejando muchos casos sin resolver. Además se deja de lado a, prácticamente toda la ciudad descuidada, ya que las cámaras solo estarán en el centro y en algunos puntos estratégicos.
Pero más allá de que algo resuelvan estos artefactos, ¿conocemos todos los ciudadanos quiénes realmente controlarán lo que se ve, para qué se ve, desde que óptica, concepción o prejuicios hacia ciertos sectores sociales que se encuentran entremezclados en el centro de la ciudad?
Son cuestiones que no deberían dejar de estar en la esfera social para su oportuno debate dentro de la ciudadanía: ¿Por qué cualquiera no tiene acceso a la información? Esta es la cuestión principal del poder: el derecho a ser aceptado o rechazado, de acceder a ciertas informaciones o no, de controlar a ciertos sectores sin ser controlados, de ver lo que pasa en la calle pero que no te vean a vos.
Para finalizar este ensayo es menester hacerse algunos cuestionamientos básicos. Cuando uno sale de la visión de esas cámaras ¿qué sucede? ¿continúa mi seguridad o ya estoy exenta de la misma, estando a la deriva de ser víctima de cualquier ilícito? ¿garantiza una mejor conducta social a partir de la instalación de las mismas? Quizás mientras crea ser vista seré mejor persona por una cuestión de obligación mas que por principio, y cuando sepa que ya no me están viendo o ya no pueden verme sin que yo los vea, seré la misma, ¿ayudará realmente a cambiar hábitos dentro de la sociedad esta cuestión de ser vigilados por no se quién, y mas allá de las cámaras de seguridad?
Por otro lado es crucial analizar si se justifica la gran inversión de dinero en este sistema de televigilancia cuando hay tantas cuestiones que deberían ser atendidas por parte del Estado y sin embargo son dejadas de lado como por ejemplo la salud, el trabajo, entre otros. Quizás a un buen sector de la sociedad no les interese el tema de la inseguridad en las calles y si tener algo para dar de comer a su familia.
Ante nuevas medidas siempre es imprescindible pensar y repensar cuestiones como éstas y si son o no pertinentes de ser llevadas a cabo. Es eso consiste el no ser autómatas, moldeados por el sistema y sin la capacidad de poder pensar por sí mismos, sino todo lo contrario, analizar la realidad, debatir y tratar de influir en ella para que de esta forma si podamos tener una mejor sociedad.
Por Mirian Leon