“El ejercicio de la disciplina supone un dispositivo que coacciona por el juego de la mirada; un aparato en el que las técnicas que permiten ver, inducen efectos de poder y donde, de rechazo, los medios de coerción hacen claramente visibles aquellos sobre quienes se aplica”[1]
El “Gran Hermano” vigilará la cuidad de Posadas. Cientos de cámaras de vigilancia grabaran el día a día de los ciudadanos. Habrá en todas partes y también en plena calle. Velan por la seguridad pero se cobran un peaje muy valioso para muchos: el de la intimidad.
Este nuevo rubro de la vigilancia viene creciendo mucho en Argentina. En la capital misionera están previstas las instalaciones de dispositivos de control urbano en lugares estratégicos de la ciudad, especialmente en zonas comerciales y bancarias, además de los accesos a Posadas.
Ya se dispone de estos aparatos para controlar el tránsito y ahora quieren instalarlos en las calles: cámaras para velar por la seguridad de los ciudadanos. Todos los movimientos de quien pasa por allí quedan grabados. Según aseguran, estos serán una importante alternativa para proteger el patrimonio de los misioneros ante actos de vandalismo.
“Mediante nuestro sistema, se pueden realizar controles de los carriles destinados a diferentes vehículos, análisis de velocidades, porcentaje de ocupación e identificación de infractores. Dentro del ámbito urbano pueden realizarse lecturas de matriculas, comparando datos como pago de patente, seguro, pedido de captura o inhibición de circulación”.[2]
En una primera etapa serán instaladas 60 cámaras y posteriormente será proyectada una ampliación que incluirá al resto de la provincia. Se pierde intimidad pero se gana en seguridad.
Desde chicos, nos enseñan como debemos comportarnos, como hay que expresarse y cuales son los buenos modales.
Mamá, lo dijo más de una: “en la mesa sentada derecha…. el codito nena, en la mesa no” Y ahora que soy más grande lo comprendo, no era solo cuestión de ir a la mesa y comer nomás, había una forma, las mismas formas que hacían que me comportara como debía ser… “como lo hacen las señoritas de bien” diría la abuela.
Michel Foucault lo dice más claro aun:
“El control disciplinario no consiste simplemente en enseñar o en imponer una serie de gestos definidos; impone la mejor relación entre un gesto y la actitud global del cuerpo, que es su condición de eficacia y de rapidez. En el buen empleo del cuerpo, que permite un buen empleo del tiempo, nada debe permanecer ocioso o inútil: todo debe ser llamado a formar el soporte del acto requerido. Un cuerpo bien disciplinado forma el contexto operatorio del menor gesto.”
Entonces no es cuestión de un solo gesto es cuestión de todo el cuerpo, de toda una actitud, y si se trata de eso ¿dónde está la libertad? Si por medio de la disciplina me indican como debe ser. Hasta el tiempo ejerce control, tenemos un tiempo para hacer cada cosa, si no fuera así, los timbres y las campanas en los colegios no tendrían razón de ser. No habría un horario de entrada y un horario de salida en los trabajos.
En palabras de Foucault:
El acto queda descompuesto en sus elementos; la posición del cuerpo, de los miembros, de las articulaciones se halla definida; a cada movimiento le están asignadas una dirección, una amplitud, una duración; su orden de sucesión está prescrito. El tiempo penetra el cuerpo, y con él todos los controles minuciosos del poder.
Es por eso, que los dispositivos de control urbano serán cámaras domo de día y de noche con capacidad de giro de 360º en forma horizontal y 180º en forma vertical. Serán monitoreadas por efectivos policiales que se abocarán exclusivamente a tales labores. ¿Qué otros usos darán los servicios de inteligencia del Estado a las imágenes capturadas? Detrás de los ojos blindados que impunemente espiarán a la ciudadanía misionera, laten desconocidas amenazas a la libertad.
“La exhibición otorga valor, una vez que el capitalismo de ficción ha enseñado que nada logra vigencia si no llega a ser imagen. La vida privada se cotiza cada vez menos mientras el espectáculo lo es casi todo” [3]
Es cierto que nuestra sociedad esta cada vez más marcada por la tecnología y, en particular, por la tecnología informática. Se habla, se conceptualiza, se teoriza y hasta se hace apología sobre una “sociedad de la información” en la que ya estaríamos inmersos y que habría suplantado al industrialismo de la etapa capitalista anterior.
Hoy en día, la privacidad ya no es posible porque con el mero hecho de utilizar una tarjeta de crédito ya estamos lanzando al mundo millones de datos sobre nosotros. Nuestro perfil de facebook, los teléfonos móviles con cámara, la aplicación 'street view' de Google Maps son otros de los elementos que nos exponen al mundo al provocar que miles de datos circulen sobre nosotros sin control. De este modo, tenemos un ser virtual que camina con vida propia a través de esas redes.
Partiendo de la novela “1984” de George Orwell, podemos reconocer, algo similar a lo que estamos viviendo en este siglo. Quizás, en este momento, no encontramos, a las teles pantallas, o afiches pegados en lugares estratégicos, con la cara de una persona y que nos haga sentir que nos mira, nos vigila o simplemente nos acompaña con la mirada como que si estuviera controlando cada acto que hacemos, y donde fallamos tenemos alguien que nos hace volver al carril. La diferencia de ahora es que, con las nuevas tecnologías, no es necesario que haya alguien que nos controle, ahora somos nosotros quienes vamos marcando cada acto que realizamos, somos nosotros quienes comentamos nuestros pensamientos y nuestros actos.
Aun así ¿podemos decir que somos libres? Todo dependerá de cual sea la libertad aspirada. Porque el control, y más si lo pensamos en términos de Foucault está aun. Cuando decimos esto hacemos referencia a al panóptico, el mismo que se empleaban en las cárceles para controlar a los presos, donde la premisa era “controlar sin ser vistos”. En todas las instituciones ocurre esto, por que básicamente no sabemos si siempre no controlan, pero el control esta presente físico o mental. Sucede algo similar en aquellos lugares que están ambientados para recreación y dispersión de los seres humanos, ya que sabemos como comportarnos porque tienen reglas. Cada institución y/o lugar en si mismo, sin torre central incluso ejerce cierta coerción, y presupone determinada disciplina. Visible o no. Para Foucault será:
“De ahí el efecto mayor del panóptico: inducir en el detenido un estado consciente y permanente de visibilidad que garantiza el funcionamiento automático del poder”
Esto no solo sucede en la novela, sino que hoy día lo vivimos constantemente, ya que siempre estamos controlados por una sociedad que determina las actitudes que debemos tomar en determinado lugar. Somos seres consientes y sabemos que en los lugares que circulamos naturalmente actuamos de forma determinada, porque si no lo hacemos así nos vendrá el castigo. De esta manera, es más simple pensar que somos dueños de cada cosa que hacemos, antes de pensar que respondemos a un todo.
Emilia Balberán
No hay comentarios:
Publicar un comentario